sábado, 31 de julio de 2010

A un amor

Mi -en secreto- amado señor:
Es usted merecedor
de mis mas sentidas palabras,
es usted merecedor
de cada uno de mis besos,
de mis recónditos sentimientos
y de mis profundos suspiros.

Pero quiero que tenga claro
que no merecía las lágrimas
que por usted derramé.

Desde la ventana de faro

Miraba tu sombra desde la ventana de faro;
caminabas lentamente por la cubierta
dando tu paseo nocturno.

Ella, oscura y perfecta
parecía que también me miraba.

Eras

Eras el cielo, eras el sol y las nubes.
Eras mi noche de luna llena tapizada en estrellas.
Eras todo.
Eras.

jueves, 29 de julio de 2010

Alguien colgó esta noche

Noche de ahogados suspiros y profundas palabras mudas.

La sal de mis lágrimas corroe las paredes blancas.

Noche de arpegios y compases. De flechas usadas.

Tus labios y los míos mirándose de lejos.

Noche de ecos, de encrucijadas

Retumba el silencio entre las pestañas

De cielo oscuro y de luna opaca

Mi noche no es noche, ni es sueño, ni es alba

Intermitente sonrisa, mi musa predilecta

Sueño largo y confuso, larga confusión soñada

Parpadeo, inhalo y al exhalar me doy cuenta:

Alguien colgó esta noche al revés

lunes, 5 de julio de 2010

Así que tengo y no.

Tengo hambre. Pero estoy deprimida; así que tengo y no tengo…

Cuando estoy a punto de ir a en busca de comida, siento que la profunda tristeza que llena mi corazón, se salta de repente a mi estómago, llenándolo también. Hasta el punto de hacerme vomitar las mariposas negras de alas rotas que dentro de mí han ido tomando forma. Verlas volar es la mayor puñalada.

Tengo miedos. Pero estoy deprimida; así que tengo y no. Lo tengo. Lo tengo. Lo tengo. Lo tengo? Lo siento?

No, aun mas allá. Me invade. Yo soy el miedo. Soy mis miedos.

Me pongo en posición de ataque, y abro mis alas (que nunca lo han sido y nunca lo serán); parpadeo tres veces y media, y salto queriendo atrapar mis mariposas para volver a tragármelas. Pero no lo logro…ya van demasiado lejos robándose mi olvido. Y me abandonan, me dejan sola, a mi suerte, tirada en el más despreciable rincón del olvido; con los párpados rotos de tanto soñar, con el corazón destruido por no saber amar.